fbpx

Descubre Sarajevo

Después de leer mucho sobre el conflicto, la primera sensación al entrar en Sarajevo es difícil de explicar. Ubicada en un valle de altas y verdes montañas, llamadas aún Olímpicas debido a los Juegos de Invierno del 84, sus laderas están salpicadas de casitas de poca altura y de cementerios llenos de lápidas con grandes cruces blancas.

No es difícil imaginarse lo fácil que debió ser para los serbiobosnios sitiar la ciudad, pues el enclave lo permite. Después de los bombardeos a los que estuvo sometida durante tres años, casi toda la ciudad quedó derruida, pero nada más bajarnos en la estación de autobuses, te das cuenta de que Sarajevo todavía tiene mucho de la antigua Yugoslavia. Aunque solo estamos a mediados de octubre hace frío, y las colinas están teñidas de blanco de la nieve que ha caído.

Sarajevo fue la primera ciudad europea en tener un sistema público de tranvía y la segunda del mundo después de San Francisco. En 1885, la capital sirvió como “conejillo de indias” a los austro-húngaros que probaron la invención americana antes de instalarla en Viena. También se puede apreciar este “carácter austriaco, mas señorial” en alguno de los edificios que evocan un Sarajevo más al estilo europeo, y en muchos de ellos es fácil descubrir como los agujeros de misiles y balas han sido cubiertos.

Sorprende el gran contraste que empieza a notarse en la ciudad, pues aunque todavía esta empezando a florecer, en la calle principal se puede encontrar desde un Mango a un súper centro comercial de diseño. Si seguimos avanzando hacia el interior llegamos al corazón del Sarajevo antiguo, también conocido como Baščaršija (Bashcharshiya). Es como volver a la época medieval, cuando todavía gobernaba el Imperio Otomano, de hecho es bastante significativo como hoy por hoy sus callejuelas siguen organizadas por oficios artesanales, pero donde encontraras souvenir típicos de la ciudad, y restaurantes de comida rápida como las pitas, grandes hojaldres rellenos que rellenan de diferentes cosas desde queso, espinacas, carne…, y además de barato ¡están buenísimas!

 

      

 

¿Qué ver en Sarajevo?

 

  • El puente Latino, sobre el rio Miljacka del siglo XVI donde se cometió el asesinato del archiduque y su mujer.
  • La Biblioteca Nacional o antiguo City Hall, todo un simbolo de Sarajevo y el edificio árabe más bonito de la capital, muy parecido a nuestra Mezquita de Córdoba, si le echas imaginación claro. Por desgracia durante los bombardeos del 92 se estima que el 90% de los libros y manuscritos de incalculable valor fueron destrozados. Actualmente se encuentra bajo reconstrucción.
  • Brusa-Bezistan, un edificio cuya estructura fue un mercado de seda y muebles de pequeño tamaño, hoy parte del Museo de Sarajevo.
  • Alifakovac es uno de los más antiguos y bellos cementerios musulmanes. También se le conoce como Musafir que es el nombre en turco de viajero, pues los que morían eran también enterrados aquí.
  • Sebilj (la antigua y tradicional fuente en Baščaršija).
  • El Museo Nacional de BiH, y el Museo Judio
  • La casa Svzro, uno de los más bellos ejemplos de la típica construcción del Imperio Otomano en Sarajevo.
  • Dobrinja – El tunel Butmir o tunel de la esperanza. Representa un símbolo de resistencia frente a los tres años de asedio que vivió Sarajevo y sus ciudadanos. Con 720 metros de largo, el tunel era la única conexión con el mundo exterior. Actualmente se puede visitar convertido en museo.
  • La Iglesia ortodoxa de la Santa Madre, la Sinagoga Ashkenazi, la Catedral del Sagrado Corazón de Jesús, donde se encuentra la tumba de Josip Stadler, arzobispo de Bosnia y de quien se esta estudiando su beatificación.
  • Las Mezquitas del Emperador y Gazi Husrev Bey´s.

 

 

Un poco de historia…

En el 2010  formé parte de una serie de intercambios financiados por la Comisión Europea que se llamaban Youth in Action Programme. En uno de esos encuentros me fui a Derventa, un pueblecito del norte de Bosnia i Herzegovina, donde tuve la oportunidad de conocer la desgarradora historia de este pueblo contada en primera persona. Pude ver los desastres de una guerra que todavía no tiene cerradas las heridas y que es muy complicado que lleguen a curar completamente. Una historia de religiones, de familias, de hermanos. De pueblos arrasados que empiezan a recontruir ahora, pero también de gente maravillosa, y de un país que merece la pena conocer.

Desde pequeñaja había oído hablar de Sarajevo. En los libros de historia, cuando estudias los orígenes de la I Guerra Mundial, se nombra Sarajevo, pues es precisamente en esta ciudad en 1914 donde se produce el asesinato del archiduque Francisco Fernando a manos de un estudiante serbo-bosnio, precipitando la declaración de guerra de Austria contra Serbia, y desencadenando la I Guerra Mundial.

Posteriormente, en 1984 Bosnia fue sede de los Juegos Olímpicos de Invierno y ocho años más tarde, en la primavera del año 92, empezamos a escuchar en los medios de comunicación las primeras noticias sobre el conflicto que se estaba viviendo en Bosnia i Herzegovina y en particular en Sarajevo.

Sitiada durante tres largos años por la artillería serbia se convirtió en el asedio más largo de la historia moderna, costando la vida a más de 10.000 civiles. No voy a entrar en cómo informaron los Medios desde el hotel Holiday Inn, pues ya de por sí entender el conflicto es complicado, pero creo que todos no quedamos con una idea muy clara: estaba siendo una guerra entre hermanos, amigos, y vecinos, y la religión tenía mucho, mucho que ver. Bosnia i Herzegovina ha sido desde siempre un país multiétnico, en el que han convivido bosnios, serbios, croatas y yugoslavos juntos, aunque profesaran diferentes credos.

De hecho a Sarajevo se la conoce como “la Jerusalén de Europa”, y eres consciente de ello con sólo pasear por sus calles, tan pronto puedes encontrar una mezquita, como una iglesia, una sinagoga, minaretes desde los que llaman a la oración…

Quiero hacer hincapié en que hay una fuerte relación entre identidad étnica y religión, no sucede en todos los casos, pero por ejemplo la mayoría de los bosnios son musulmanes, los serbios cristianos ortodoxos y los croatas católicos. De hecho, durante la Guerra de Bosnia sucedió en muchas familias este caso: Imaginemos que soy bosniaca, me enamoro de un serbio y me caso, pero sigo profesando mi religión, pues es la que me enseñaron desde pequeña en casa. No pasaría nada, pero ¿y si de repente estalla una guerra en la que tienes que posicionarte en un bando u en otro? ¿te quedas con tu marido sabiendo que tu familia tiene que huir arriesgándolo todo o escapas con ellos para no volver a saber nada de él?

Este caso tan extremo, no es una invención, tristemente sucedió, además de otras tantas cosas peores que provocaron el desplazamiento de cientos de miles de personas, muchas de las cuales nunca regresaron.

 

 

 

Tuve la suerte de conocer a un grupo de militares portugueses enviados a BiH en misión de control y además de contarnos la historia de BiH desde prácticamente el Imperio Otomano, me impresionaron estos datos:

Por lo visto, al finalizar la guerra mucha gente se quedó las armas, por lo que actualmente BiH es uno de los países con más proporción de civiles armados. Se dan casos de vecinos que han acabado pegándose tiros mutuamente con las escopetas y pistolas de la guerra de Bosnia. Nadie se preocupó de que se devolvieran.

Por otra parte, además de los diferentes ejércitos, también las milicias se encargaron de llenar las tierras y los campos de minas antipersona. Actualmente se tienen localizados bastantes campos, pero BiH es de los países con mayor número de minas escondidas. Por lo que la agricultura se reduce a lugares ya limpios – en rastrear y limpiar 3 metros de minas se puede tardar entre seis hombres unas 12 horas- así que imaginad lo laborioso del tema, o bien que de antemano se conocía que no estaban afectados.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Content is protected !!