Si tienes la oportunidad de viajar a Budapest, una parada imprescindible son los famosos «bares de ruinas o bares abandonados». Ya sé que así dicho no tiene mucho tirón, pero os aseguro que cuanto menos os sorprenderán, su nombre es Zsimpla Kert.
Estos bares -hay varios en la ciudad- tienen la peculiaridad de que están montados en antiguos edificios abandonados, cuyas fachadas, sobre todo de día, dan la apariencia de lúgubres y decadentes, incluso puedes llegar a pensar que por dentro el edificio se cae a trozos, pero ni mucho menos. Esto sólo es una primera impresión pues nada más entrar al edificio, que algunos suelen tener varias plantas, lo que encuentras no es sólo un bar, es un concepto más amplio que se sitúa entre museo, salón de casa, espacio cultural… cada esquina, cada rincón, y casi las mismas sillas son totalmente diferentes. Y es que se han convertido en los lugares más populares de la noche aquincense.
No hay una estética que marque la decoración del sitio, cada sala es más original que la anterior. Puedes encontrar desde una habitación llena de pantallas de ordenador colgando por las paredes, como toda una esquina llena de peluches colgando, una bañera que sirve a su vez de sillón, plantas que trepan por las paredes…
Una atmósfera muy bohemia con conciertos en directo por las noches, una pequeña pizzería por si te entra hambre, posibilidad de fumar en cachimba, y cocktails y copas a precios inimaginables en España, acompañada del ambiente más variopinto de la ciudad, gente de todas las edades y muy internacional.