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Descubriendo Berlín

Mi primera vez en la capital Alemana, no podía haber sido mejor. Uno de los aciertos ha sido viajar a finales de junio, porque todavía no ha llegado el turista de los meses de verano, y los días son largos y luminosos, perfectos para disfrutarlos hasta última hora. A nosotras además nos ha salido el sol y eso se nota no solo en el ambiente que hay por la calle, y en los parques -están a tope de gente- también en los edificios, donde hasta los más sobrios, lucen de otra manera en las fotos mostrando su cara más fotogénica.

Hemos estado 6 días practicamente completos y gracias a eso hemos podido ver más o menos todo lo que queríamos, así que, si estás pensando en viajar a esta ciudad, ten en cuenta que un fin de semana ¡se queda corto! Como ya hay mucho escrito sobre qué ver o qué hacer en Berlín, mi idea con este post es compartir mis experiencias y que conozcas esos detalles del Berlín que no encontrarás en las guías.

 

 

 

EL AEROPUERTO

 

Volamos con Iberia Express y nada más aterrizar en el aeropuerto de Berlín-Tegel sorprende el tamaño del mismo, es verdad que tienen dos aeropuertos y no sé como será el otro, pero para una ciudad que es capital de un país como Alemania, da la impresión de llegar a ese Berlín austero de hace 40 años. Aunque en 3 minutos estás en la zona de recogida de equipajes, algo muy cómodo por otra parte, la terminal es muy pequeña, y no tiene practicamente de nada. Consejo, si tienes que pasar tiempo en la terminal, haz acopio de alimentos antes de facturar porque solo hay un restaurante.

 

 

EL CARÁCTER BERLINÉS

 

Porque nos parecía muy cómodo, con el viaje contratamos el transfer desde el aeropuerto hasta nuestro hotel, el Novotel Suites Berlín City , y nada más salir allí estaba un chico esperándonos con el cartel. Le saludamos amablemente, y él con cara de pocos amigos nos dijo que le acompañáramos. Durante el trayecto en coche intentamos que nos respondiera a algunas preguntas, sin mucho éxito, y con cara de pocos amigos. No es que no fuera majo, es que el amigo era desagradable, y puedes pensar, tendría un mal día, pero cual fue nuestra sorpresa cuando al llegar a la recepción del hotel, el chico que nos atendió tampoco era la simpatía en persona, por no decir otra cosa.

Sería esa misma tarde, en el free tour que hicimos por la ciudad cuando el guía soltó una frase al aire provocando un silencio en el grupo, -¿os han caído bien los berlineses? La respuesta no se hizo de rogar y todos practicamente coincidíamos, no.

Por lo que nos estuvo contando el guía y lo que yo viví esos días, el caracter del berlinés es bastante agrio por no decir rancio. No hacen jamás esfuerzos por parecer más cercanos o simpáticos, son ellos mismos, como el agua cristalina sin interferencias, y para nosotros que por naturaleza somos más «bien queda» (aunque la cosa no nos haga ni puta gracia) pues choca, y aún más cuando vas de turista y te están ofreciendo un servicio.

Un consejo que nos dio el guía y que nos vino muy bien para ahorrarnos caras de desprecio de algunos camareros es no hacerles esperar. Si cuando aparece para tomar nota aún no sabes qué vas a comer o a beber, pídele que vuelva en 5 minutos. De esta manera tu vida gastronómica será más fácil… (guiño, guiño).

Aunque parezca que exagero la cosa es así en un 80% de los casos, lo bueno es que también dimos con gente que sería el extremo opuesto, extremadamente agradable, y buen rollera. A éstos los quieres abrazar, meter en la maleta y llevar a casa.

 

 

GENTE JOVEN

Un dato interesante, la edad media de los habitantes de Berlín es de 38 años. Mola, eh?

Por lo visto tras la caída del muro, vivir en Berlín no era fácil, practicamente no había trabajo, y la mitad de los edificios estaban abandonados o derruidos. Como consecuencia mucha gente mayor emigró a otras ciudades alemanas donde la vida no era tan complicada. Solo la gente más joven aguantó, creando un efecto llamada para otros jóvenes atraídos por las corrientes alternativas que empezaban a surgir en la ciudad como el graffiti, el punk, o el movimiento ocuka. De hecho la frase, «Hijo mio estás muy loco, te tienes que ir a Berlín» forma parte del saber popular.

Ahora la ciudad está llena de gente joven, y esa energía se palpa en el ambiente. Aquí cada uno hace lo que quiere -respetando al vecino- y viste como le da la real gana.

Por lo que me contaron, también merece la pena conocer la noche berlinesa, sobre todo si te gusta el tecno y la cultura de clubs. Como curiosidad, nunca te dejarán entrar con una cámara de fotos a la discoteca, es una manera de asegurar la privacidad de todo lo que pasa puertas adentro… Y no cuento más…

 

 

TRANSPORTE

 

Sorprende que para lo grande que es Berlín, y comparándola en mi caso con la ciudad que tengo más cerca, en este caso Madrid, no hay mucho tráfico, sobre todo en lo que sería el centro. Y por la noche, menos aún, cosa que se agradece para cruzar sin tener que correr, porque uno de los detalles de los semáforos de Berlin, es que el famoso Ampelmännchen (muñeco del semáforo) en color verde dura un suspiro, vamos que como te descuides no te da tiempo a cruzar y tienes que esperar al siguiente muñeco verde. Ahí es cuando puedes entender también porque no hay gente mayor en la ciudad… 😉

Pero para qué moverse en coche, cuando tienes una red de transporte público tan grande. Con un mismo billete puedes coger metro, tranvía, bus, cercanías…, y viajar con tu mascota, y con la bici. Como curiosidad, no hay tornos por lo que debas pasar el billete para entrar o salir del metro, en Berlín -al igual que en otras ciudades europeas- se fían de que hayas comprado el billete. Nadie te lo pedirá a no ser que pase el revisor, en cuyo caso si no tienes el billete validado la multa será de 60€. Y esto último es algo fundamental, una vez compras el billete, hay que validarlo en unas máquinas pequeñitas que están al lado de las que expiden los billetes.

 

 

Además al mejor estilo alemán, puedes optar por el billete que mejor se adapte a tus necesidades; desde el sencillo, el de todo el día con el que puedes bajar y subir las veces que quieras o de grupo -en el momento que van 3 personas ya compensa-.

Cuando te das cuenta de que Berlín no tiene nada que ver con el resto de ciudades alemanas es precisamente con la poca puntualidad de su transporte público, sobre todo con el autobús. Algunos los ves anunciados en la pantalla y lo que pone 10 minutos, se convierte en 25, otros no llevan a pasar…. De todas formas el autobus nº 100 o el 200 son una buena alternativa al bus turístico, pues hacen prácticamente el mismo recorrido, y algunos tienen hasta dos pisos, eso sí, no llevan guía, y cuidado al bajarte porque tendrás probablemente que atravesar el carril bici para llegar a la acera y las bicis ¡tienen prioridad!

Como planazo alternativo al transporte público descárgate alguna app de alquiler de bicis y recorre Tiergarten dando pedales, hay un montón de ellas aparcadas en las aceras, otra idea es hacer un recorrido por la ciudad en segway o en un trabbi descapotable, el automóvil comunista por excelencia.

 

SE PUEDE

Como curiosidad, beber alcohol en la calle, así que no te extrañe ver a la gente paseando con tercios en la mano, ya sea solos o acompañados.

¿Qué te han parecido estas recomendaciones?

 

 

 

 

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